Intenso, de ida y vuelta, en la otoñal tarde no hubo malos, sólo buenos. Tanto el Camionero como el Pincha merecieron ganaron en Luna y Olavarría pero, como todo final feliz, lo más justo fue el reparto de puntos en un 1 a 1 del cual, se llevan poco por la unidad conseguida, pero mucho por el despliegue demostrado en el campo de juego.
No fue la jornada ideal para los Benítez. Guillermo y Nahuel, siete y nueve de la visita respectivamente, contaron con innumerables oportunidades para marcar pero en todas se toparon con las firme actuación de Elías Gómez. Tampoco lo era para el ataque del conjunto local que dilapidaban ocasiones en los pies de Víctor Píriz Álvez y Leandro Puig.
Fue Guillermo Benítez quien en el arranque se filtró entre los centrales del equipo de Salvador Daniele y acarició la bola al poste más lejano del arquero. Sin embargo la caprichosa se fue besando el palo izquierdo. Esa fue la primera jugada de un partido que prometía y que cumplió con creces. Como contrapartida, Abel Soriano de cabeza y Alfredo Ábalos con un remate por lo bajo, hicieron trabajar a Ramiro Martínez en el comienzo.
El otro Benítez, Nahuel, pudo abrir el marcador a los 24 minutos de la etapa inicial con un remate en el área chica pero salvó justo Pablo Batallini arrojándose al piso. Más tarde, el nueve de la visita, cabeceó de manera brillante un centro de Roberto Bochi pero la pelota se fue centímetros del palo izquierdo del arco Camionero.
Si todo eso habían mostrado en el primer tiempo, en la complementaria no se quedaron atrás. Gómez salvó una vez más a Barracas Central mientras que el poste le dio vida a Estudiantes de Buenos Aires. Pero al minuto 21 Diego Torres sacudió con un remate que desvió el guardameta. El rebote le quedó servido a Martín Seri que no perdonó y abrió la cuenta para el conjunto de Juan Carlos Kopriva.
El 1 a 0 favorable a los de Caseros era un merecido permio para la visita pero demasiado castigo para los de Daniele. Así el dueño de casa salió desesperadamente a buscar la igualdad que no tardó a llegar ya que pasada la media hora, Soriano se anticipó a Martínez, y cabeceó con jerarquía un centro para mandarla al fondo del arco. Así, se hacía justicia en Luna y Olavarría.
Finalmente hubo reparto de puntos aunque ambos tuvieron que llevarse los tres. El epílogo lo puso Soriano pero la historia la escribieron los veintidós protagonistas de este hermoso cuento que contaron Barracas Central y Estudiantes de Buenos Aires.