Los números hablan por si sólos y son indiscutibles. Ciento setenta y seis mil kilómetros cuadrados de superficie, poco más de tres millones de habitantes, dos títulos mundiales y el máximo campeón de la historia de la Copa América. Sin lugar a dudas, Uruguay es un fenómeno en el mundo futbolístico muy difícil de igualar.
Con parámetros similares, Argentina tiene una población y un territorio 15 veces mayor al charrúa. Lo de Brasil es aún superior ya que, su extensión, se multiplica por 48 con respecto al espacio oriental; y ni hablar de los datos del último censo. Cruzando el océano, la Celeste se hace más grande en su pequeñez, puesto a que no hay bicampeón del mundo con tan poca extensión territorial. Italia supera los 300 mil y Alemania duplica el valor mencionado inicialmente.
Entonces se torna inexplicable cómo Uruguay ha ganado tanto en su historia. O tal vez las razones sean tan reales como intangibles. Incluso en el plano local, la tabla histórica de goleadores de la Libertadores tiene en el podio a dos uruguayos como Fernando Morena y Pedro Rocha, mientras que el líder, Alberto Spencer, llegó a lo más alto por los 48 goles que gritó defendiendo la camiseta de Peñarol de Montevideo.
No obstante, cómo se justifica que la Celeste sea el seleccionado más ganador de América teniendo menos recursos que el resto. Si los números hablasen por sí sólos, Argentina tendría que tener 15 Luis Suárez por cada Luis Suárez que saca la Charrúa. Y, Brasil, 67 Diego Forlán por cada delantero rubio y goleador que presente el primer campeón del mundo. Ya de por sí, en cuestión de población, Buenos Aires o San Pablo podrían armar tres combinados uruguayos y ni así lograrían el prestigio que ellos han llegado a conseguir.
Sin embargo la explicación está en las venas, en la mística. La sangre celeste, la responsabilidad de transpirar esa camiseta y el saber que en condiciones inferiores se puede ser superior al resto. Porque no existen los números cuando los de afuera son de palo, como decía el eterno «Negro Jefe», Obdulio Varela. Porque cuando los uruguayos entonan el «orientales la patria o la tumba» tienen bien en claro lo que están cantando.
Como mitad uruguayo y mitad argentino ya que hace 43años que aqui,teniendo hijos y nietos argeninos,te felicito por tu comentario muy coherente.