INFERIORES: LA TRAVESÍA PARA ALCANZAR UN SUEÑO

Marcelo Patroncini marzo 31, 2018


Generalmente de chico, si sos amante del fútbol, empezás a jugarlo, mirar partidos; y soñás con ser Lionel Messi o un Cristiano Ronaldo. De más grande, te vas a probar en algún club para poder entrenar y crecer deportivamente.

En esa institución comenzás a hacerte de amigos, a acostumbrarte a estar un sábado o domingo fuera de tu casa para ir a jugar y de paso ver a las otras categorías y aprender de sus compañeros.

Nada es fácil en la vida de un chico cuyo sueño es poder dedicarse profesionalmente a lo que ama que es “jugar a la pelota”. A medida que va creciendo aparecen más palos en la rueda y decisiones difíciles que lo hacen dudar si podrá alcanzar la meta o no.

Muchos a la edad de 15/16 años empiezan a dejar “su ilusión” porque tienen que estudiar, los horarios de entrenamiento se superponen con los de clase por lo que los adolescentes deben decir “futbol o educación”; otros no cuentan con el apoyo de su familia o prefieren seguirlo como deporte amateur; por lo que a medida que se acerca la edad de 18 años, en la que se empieza a debutar en equipos, aparecen bajones y surge el peligro de abandonar el la ilusión.

La vida de un adolescente futbolista es sacrificada, sabe que debe cuidarse en las comidas, no tomar alcohol, ni fumar, prescindir de salir los sábados a la noche con amigos , entrenar duro para desarrollar un físico que le permita alcanzar el rendimiento que todo club desea de él, y demás. Todo esto, es porque los domingos se juega temprano, muchas veces van representantes de otros clubes como ojeadores para captar nuevos talentos, por lo que saben que cada partido es una oportunidad a crecer y deben dejarlo todo en la cancha.

Todo esto se potencia en el caso de los chicos provenientes del interior, que sumado a lo anteriormente dicho, sufren el desarraigo de su lugar de origen, familia, amigos, el abandono de sus estudios y el tener que convivir en la pensión de un club adaptándose a sus respectivas reglas.

Muchos jóvenes no solo vienen a intentar cumplir su propio sueño; otros, lo hacen en parte para ayudar a su familia económicamente, sabiendo que si llegan a debutar y lograr un buen contrato podrán alcanzar este objetivo. Si alguno de ellos explota futbolísticamente conseguirá un lugar en el equipo, de lo contrario quedará en el “freezer”, esperando a que surja una nueva oportunidad.

El esfuerzo es mucho, la presión es constante y los miedos navegan en la cabeza las 24 horas, pero a la hora de pisar por primera la cancha, con la tribuna alentando al compás de bombos y trompetas, la decisión es una: “disfrutar el momento, vivir el sueño y cumplir la ilusión”.

Nota: Sebastián Sosa


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