Está claro que la disolución de la Unión Soviética, uno de los dos gigantes del siglo XX, trajo consecuencias importantes, a tal punto que, a partir de este icónico hecho de 1991, se formaron 15 nuevos países, todos hijos soviéticos.

Uno de ellos es Tayikistán, Estado mediterráneo de Asia que cuenta con alrededor de 9 millones de habitantes, de los cuales 13000 contrajeron el virus que azota al planeta y donde 90 sufrieron la muerte.

Con este panorama, la federación de fútbol y el gobierno decidieron no frenar la esférica, por lo que, cuando el mundo debió conformarse con repeticiones por televisión de añorados partidos, en Dusambé -su capital- y alrededores continuaba el circo.

Así fue como el Istiklol, club fundado en 2007, consiguió su séptima liga consecutiva y la 8va. de las últimas 10. Hegemonía total. De esta forma, el campeón disputará la Liga de Campeones de Asia, ingresando en la fase de grupos, siendo el único representante nacional.

Exceptuando el mes de mayo, donde el fútbol decidió pararse porque la cifra de contagiados/as pisaba los 500 casos, es una de las pocas ligas del mundo que prácticamente se gritaron goles en todos los meses del fatídico 2020.

Hoy en el puesto 120° de la clasificación de Selecciones de FIFA, el conjunto nacional busca la heroica: lograr una plaza para Catar 2022 para disputar por primera vez la cita máxima. A falta de tres partidos, es tercera en el grupo F, donde lidera cómodamente Japón. Sin embargo, su adversario directo es Kirguistán, primo hermano ex soviético, independizado en el mismo año.

El presente futbolístico de un país que supo controlar la pandemia, que empezó su liga en abril pasado sin casos positivos y que, como símbolo sagrado gastronómico, prepondera el té. Así es Tayikistán, uno de los hijos soviéticos que se marchó joven de casa.