Ni los de Maradona en 1986 nos devolvieron las Malvinas, ni uno de Messi, en la final ante Chile, gestará que Puerto Stanley vuelva a llamarse Puerto Argentino. Política y deporte no van de la mano. Porque ninguno tuvo la culpa de un Jorge Rafael Videla o un Augusto Pinochet. Al contrario, ambos países padecieron las horas más oscuras como rehenes de dictatoriales decisiones. Y fueron los gobiernos de turno quienes impusieron una rivalidad que sólo, y de forma mágica, una pelota puede subsanar.
¿Qué separa a Argentina de Chile? Una cordillera. Nada más. En el resto somos iguales. O tal vez distintos pero no, por existir ciertas diferencias, hay mejores y peores. Cada cual con lo suyo, lo importante es resaltar lo positivo para que en el Estadio Nacional de Santiago brille el sol de la reconociliación y no aparezcan los nubarrones del pasado.
El conflicto del Beagle, la interevención papal de Juan Pablo II, los hielos continentales, y la ayuda trasandina al ejército británico durante la guerra de Malvinas, entre otras historietas, nada tienen que ver con un partido de fútbol. De este sector de la montaña se han ovacionado a muchos chilenos por sus goles y sus esfuerzos en las competencias locales. Del otro lado, también existió el cariño hacia los argentinos que han dejado su huella.
Aquí quedaron para el eterno recuerdo hombres como el «Sapo» Sergio Livingstone, Marcelo Salas, Alexis Sánchez, Manuel Pellegrini y Gary Medel entre otros. Allá triunfaron el «Bichi» Claudio Borghi, Marcelo Espina, Néstor Gorosito y el destacadísimo Bielsa. Justamente al «Loco» el pueblo chileno le elaboró una bandera para brindarle su eterno agradecimiento.
«Acá no hay guerra, no hay nada. No hay que meter al deporte en el medio de la política y de muchas situaciones que nos han tocado vivir a nosotros y a ellos. Hay que tener en cuenta que esto es deporte, y el deporte es sano, y sobre todo para dar el ejemplo a los más chicos. Porque los más chicos tienen que crecer sin ese ánimo de violencia» sentenció, el héroe de mil batallas, Javier Mascherano, antes del decisivo cotejo.
Que la final transcurra en paz. Las diferencias son políticas y han sido otros quienes nos hicieron estar enfrentados. El fútbol no mata, el fútbol hermana.