Nuestro fútbol está enfermo. Año tras año, semana tras semana, los mismos hechos de violencia se repiten dentro de un estadio. Ya no importa si es por partidos oficiales o un simple amistoso. No importa si es un partido de la Primera División o del Argentino A. Hinchas, dirigentes, técnicos y futbolistas viven cada partido «como una guerra». Llegó el momento de parar la pelota, replantearnos varías cosas y hacer un cambio. Estamos manchando el deporte más lindo del mundo…
El último fin de semana sucedieron dos hechos de violencia en clásicos de nuestro fútbol: por un lado, la «batalla» entre jugadores de River y Boca; mientras que en Tucumán, un «amistoso» jugado por Atlético y San Martín debió ser suspendido antes del comienzo del segundo tiempo, debido a una lluvia incesante de serpentinas desde la tribuna del Santo.
No solo ocurre en las tribunas. El fiel reflejo sucedió el último sábado, cuando chocaron River-Boca en Mar del Plata en un amistoso correspondiente al Torneo de Verano 2016. Los jugadores del Xeneize saltaron al verde césped a disputar una «guerra» futbolística. El resultado fue de 3 jugadores expulsados en Boca (Jonathan Silva, Gino Peruzzi y Daniel Díaz) y 2 en River (Jonathan Maidana y Leonardo Pisculichi), además de una trifulca que involucró a varios jugadores cerca del final del partido.
En Tucumán, el mismo día que el Superclásico, San Martín y Atlético disputaban un amistoso. Al cabo de los primeros 45 minutos, con muestra de buen fútbol, el Santo se imponía ante el Decano por 2-1. Luego del descanso, cuando los jugadores de Atlético regresaban al campo de juego, una lluvia incesante de rollos de serpentinas cayó desde la tribuna de San Martín. Cristian Luchetti fue impactado por uno de esos rollos obligando a Pedro Argañaraz a suspender el partido con 45 minutos por disputar. Otra mancha negra para uno de nuestros clásicos.
Llegó el momento de realizar un profundo cambio en nuestro fútbol. Todos debemos tomar conciencia y no permitir que se arruine este deporte. Dirigentes, técnicos, jugadores e hinchas deben concientizarse y predicar con el ejemplo. Cada uno de estos sucesos violentos provoca una mancha oscura imborrable en nuestra historia. Debemos parar la pelota, evitar que esto siga sucediendo y dejar que los clásicos sean una fiesta deportiva, no una guerra. Es momento del cambio.