Una de las ideas que circulaba por los medios era que, en contraposición a los torneos cortos, los nuevos campeonatos largos traerían consigo mismo la posibilidad de apostar a un proyecto a largo plazo, y poder así terminar con la situación en la que convivían los clubes de tener que cambiar de cuerpo técnico sin haber llegado a cumplir la módica suma de 19 fechas.
Pero a veces, la realidad dista mucho de lo que se creía que podía ser; la era del resultadismo se apodó tanto de la gente (que transmite su malestar a los dirigentes), de los periodistas (que al tercer partido sin ganar ya están hablando de ciclo cumplido) como también de los dirigentes (que necesitan buenos resultados para mantenerse en una categoría, o ganar un campeonato, etc). El último caso fue el de Oscar «Turu» Flores: llegó hace 5 fechas, no pudo ganar un partido ya que solo empató uno y perdió los otros cuatro y no tuvo mas remedio que arreglar su salida del club del sur de Buenos Aires. Antes ya habían pasado Labruna, Merlo, Franco, Sensini, Perazzo…
Habría que hacer un análisis más profundo acerca de la importancia fútbol en la sociedad; en donde ya dejó de ser un deporte (el más lindo de todos) para convertirse en un modo de vida, hasta de hacer política. Todos buscan resultados rápidos; que a veces no se dan por falta de tiempo para acoplarse, o porque el rival es mejor, o porque uno se levantó mejor que el otro el día del partido. Todas variables que afectan directamente al fútbol de hoy, por lo menos en nuestro país. La gente también ocupa un lugar importante en todo esto, ya que son el primer fusible cuando las cosas no salen como se pretende; quejas, insultos, agravios, amenazas. Todos condimentos de un deporte que, no solo dejó de serlo, sino que pasa quizás, por uno de sus peores momentos.
Sin lugar a dudas, parece que hoy por hoy, lo más importante es que ruede la pelota, sin importar que o quien o con que.