Todos tenemos palabras o frases de cabecera a las cuales acudimos constantemente para adjetivar algo. «Unanimidad» era una de las preferidas de Julio Humberto Grondona y la misma estaba hecha a su medida. Reelecto en ocho ocasiones, quien manejó la casa madre del fútbol argentino, siempre bregó por el consenso en todas las categorías y a nivel general en AFA. Sin dudas lo logró a lo largo de sus mandatos, desde el 6 de abril de 1979 hasta su muerte, un 30 de julio de 2014.
Treinta y cinco años, tres meses y veinticuatro días le llevó a Don Julio edificar su sólido modelo para que, en menos de 500 días y por diversos intereses, todo haya cambiado. Que los avales, que las mesas chicas, que unos piensan en beneficiar solamente a los clubes grandes mientras por otro lado enarbolan la bandera del ascenso unido, etcétera. Lo cierto es que la casa madre del fútbol se fragmentó, se fracturó, y ya no es lo que era.
La recta final para escoger al nuevo máximo mandatario de AFA dejó solo dos candidatos: Marcelo Tinelli y Luis Segura. Ninguno necesita prólogos para ser presentados y sus pergaminos están a la vista. El primero es un exitoso empresario televisivo que, apasionado por el deporte, cumplió sus sueños como ver en lo más alto a su equipo de vóley en Bolivar o conseguir la Copa Libertadores de América siendo vicepresidente de su San Lorenzo de Almagro querido. El segundo, en cambio, ha sido el indicado para continuar al frente de este mundillo tras el deceso de Julio Grondona, llevando adelante semejante responsabilidad de un día para otro.
Seguramente la TV se encargue de condimentar las elecciones de aquí al momento del sufragio. Lo que está en juego es el futuro del deporte más apasionante del mundo para todos los argentinos. Democráticamente, en poco tiempo, se sabrá quien tomará las riendas de Viamonte 1366. Podrá ganar Tinelli o Segura pero, por el bien de todos, esto no es cuestión de buenos y malos. Lo importante, después del resultado, será acompañar la gestión sin importar quien sea la ‘Cabeza’.