El armado de los grupos para la cita máxima del fútbol siempre generó cierta desconfianza. Que hay bolillas calientes, frías, tibias, y diversos artilugios nunca confirmados pusieron en tela de juicio cada sorteo. El que se disputó en Alemania Federal, allá por 1974, no fue la excepción y varios medios alzaron la voz algunos días antes.
Frankurt fue la ciudad que albergó a los representantes de la FIFA para el evento que determinaría que selección ocuparía cada zona. No obstante, varios días previos a semejante reunión, los medios más importantes de Europa sacaron a la luz cómo quedarían conformados los grupos.
Aquél Mundial tenía la obligación de mostrarle al globo terráqueo que el país germano podía dar muestras de seguridad después de la masacre de atlentas israelitas en los Juegos Olímpicos de Munich 1972. Frente a ese panorama los bombos se armaron por zonas geográficas.
El encargado de sacar las bolillas fue un niño del coro de Berlín. Detlev Lange, con solo 11 años, armó el cronograma de Alemania Federal 1974 en la gélida jornada del 5 de enero de ese mismo año. Sin embargo, el 31 de diciembre del 73, la revista local «Der Spiegel» ya había destacado que «Italia estará en el grupo 4 de Munich y Stuttgart, Brasil en el 2, Uruguay en el 3. Por su parte, Argentina deberá ir entonces al grupo 4».
Dicho y hecho. Casi una semana antes del sorteo oficial, un medio de comunicación predijo lo que finalmente sucedió en la ceremonia. De hecho mucho se había hablado que tanto Alemania Federal como Alemania Democrática iban a compartir grupo como otra muestra de paz en un país que, dividido en dos, quería cerrar definitivamente su pasado de guerras.
Verdad o mentira. Mito o realidad. Tanto «Der Spiegel» como el diario AS coincidieron en que Italia iba a jugar en el grupo 4 por la cercanía fronteriza y, la idea para los locales, era buscar que el sudamericano más débil vaya para el lado de los dueños de casa. Así Chile jugó contra los combinados germanos y se les sumó Australia. Brasil compitió en la fase inicial con Escocia, Yugoslavia y el recordado Zaire. La «Naranja» Mecánica de Holanda se midió con Bulgaria, Uruguay y Suecia mientras que a los criollos y a los Azzurros les tocó enfrentarse a Haití y a la durísima Polonia.
El Gráfico, una vez finalizado el armado, publicó en su edición que «no hubo sorteo» y que «todo estaba arreglado». Lange, siendo un menor de edad y simplemente un corista, no cantó nunca la verdad. Todo quedó en el pasado para que la historia del fútbol escriba otra de sus páginas memorables. Como también lo hicieron luego ambas Alemanias, en aquél grupo uno, para poder meterse en la segunda ronda de la Copa del Mundo de 1974.