Pasan los días y cada vez son más aquellas personas apasionadas por el fútbol que no tuvieron la posibilidad de disfrutar en cancha a Diego Armando Maradona. Un día como hoy, hace ya diez años, hubo una pizca de revancha en el marco de la Copa Mundial Sudáfrica 2010. El entonces seleccionador argentino nos volvió a enamorar a todos metiendo un tacazo mágico mientras su equipo enfrentaba a Corea del Sur.
Una pizca de revancha. Un encuentro ínfimo con la posibilidad de manipular el tiempo. Una cucharadita de lo que alguna vez fue. Ningún nacido después del 29 de junio de 1986 desconoce la historia de la Copa Mundial que finalizó ese mismo día.
Lo que ocurrió con Maradona en México 86 no fue ajeno a ningún argentino contemporáneo, más o menos aficionado a este deporte, y sobrevolando a las apreciaciones personales. Esa Copa del Mundo fue un quiebre para su carrera y consideración global, el Diego se transformó en un símbolo que atravesó culturas. Su fútbol, goles, gambetas siguen vigentes en la memoria emotiva de la Patria Futbolera, y en algunos registros audiovisuales.
Pasó el igualmente emotivo Italia 90, también la tragedia de Estados Unidos 94 que terminó de separar al Pibe de Oro del trofeo más codiciado. Y cuando la nostalgia dominaba ocurrió lo para muchos impensado: Diego Armando Maradona fue nombrado entrenador del Seleccionado Argentino en 2008 y regresó como actor principal a un Campeonato Mundial comandando técnicamente a la Albiceleste en Sudáfrica 2010.
Argentina debutó en aquella Cita Máxima venciendo por la mínima a Nigeria con el gol de Gabriel Heinze, y el segundo compromiso del Grupo B lo enfrentaba con Corea del Sur en el Estadio Soccer City de Johannesburgo. La Albiceleste arrancó ganando con el autogol de Park y Gonzalo Higuaín estiro diferencias, sin embargo Lee Chung-yong descontó sobre el cierre de la primera mitad.
Ya ingresado el complemento llegaría un breve momento para la eternidad, cuando el reloj marcaba 17 minutos y Park Chu-young tiró afuera un despeje sobre la banda izquierda de su defensa. La inquieta Jabulani voló a posición del técnico argentino y Diego Armando Maradona la rebotó alcanzándosela al cuarto árbitro con un tacazo de zurda imposible de olvidar, maniobra simple en su complejidad quirúrgica.
Naturalmente los 82.174 espectadores presentes rompieron en aplausos ante la inesperada nueva pincelada Mundialista del Diez, con zapatos y traje en lugar de botines y shorts, pero luciendo aquel aspecto de su juego que Jorge Valdano describió alguna vez como “Precisión Exagerada”.
Hablar de consuelo es casi un eufemismo, está claro que no podemos comparar esta perlita Mundialista con la espectacular campaña que realizó Diego Armando Maradona como jugador de la Selección.
Pero nadie nos quitará la sensación de haber vuelto a sentir al menos por un ratito la magia Maradoniana en una Copa del Mundo.