LA QUE DEJÓ LA VIDA POR LOS COLORES, GRACIAS POR ESTA COPA LIBERTADORES

Hay una banda que es distinta, no es igual a las demás. Frase armada y volcada a cántico académico desde hace algunas décadas cuando la mano venía brava y eran más las desazones que las alegrías. Sin embargo, con descenso y quiebra incluidos, ellos seguían apoyando donde sea. Estóicos, dignos de una película de romance, portadores del amor más puro que pueda existir en la vida de cualquier ser humano.

Autoproclamada como «La número uno», la hinchada de Racing continúa haciendo méritos para ser elogiada por propios y extraños. Y si bien, cada muestra de cariño es incondicional y sin esperar el qué dirán, una vez más dieron la nota ante otro duro golpe en la historia futbolística de la institución. Sin embargo, en esta ocasión, la historia tuvo un condimento extra. Fueron el plantel y el cuerpo técnico quienes desde la cancha contagiaron a la gente. Y viceversa…

Porque en verdad fueron ellos los que en diciembre volvieron a darle un título a la gloriosa Academia de Avellaneda. Y además, en cada pelota, en cada partido, dejaron la vida sin sobrarles destellos de elite. Fue por eso mismo que en la gélida noche del 28 de mayo, la calidez de su público, volvió a repetirse en muestra de agradecimiento. Y existió un paralelismo con aquél equipo del 2001 donde los hinchas coreaban a los guerreros albiceleste aunque los apellidos, desde ese entonces a hoy, fuesen distintos.

El «Campagnuolo, Cam-pag-nuo-lo» se tornó en «Chino, Chino» cuando se fue expulsado al finalizar el primer tiempo. Los elogios no amainaron. Lo que antes era el «Chanchi, Chanchi» esta vez se convirtió en «Bou, Bou, Bou, Bou». Aún retumbaban las paredes del Cilindro con el añejo «Bastííía, Bastííía» que se mezclaron con el «Videeela, Videeela». E incluso un viejo hit se remasterizó por esa hinchada única. Porque sendos protagonistas de aquella proeza en el 2001 estaban en cancha; uno en la platea, y el otro como capitán en el campo de juego. Y sin lugar a dudas fue emotivo escuchar el «ese es el famoso Diego que volvió a Racing…» que se solapaba con lo que catorce años atrás sonaba como «Vitali se fue del rojo y vino a la Academia para ser campeón».

Entonces ahí la fiesta era completa. ¡Qué importaban la pirotecnia, los papelitos, las bengalas o las nuevas luces tipo discoteca que ofrecen los celulares!. En ese momento se vivía otra atmósfera. Un clima de comunión único entre los jugadores y la hinchada. Inexplicable sentimiento de amor mutuo que se trasladó con el correr de los minutos e incluso con la eliminación consumada.

Las lágrimas de este plantel eran las de la gente que, con el sueño roto una vez más, aplaudió a sus jugadores. Esos mismos que en los últimos 9 meses ganaron 19 partidos, empataron 10 y perdieron en tan sólo cinco para lograr una marca poco común comparada con la preformance de las últimas décadas del club. Aquellos hombres que, dentro de la cancha, le devolvieron, a Racing, la gloria que su hinchada supo mantener en alto cuando las buenas no llegaban.

Y podrá, la Academia, quedarse eliminada mil veces más de la Copa Libertadores que poco importará. Una vez más la gente dejó en claro que este amor no es exitista como en otros lados sino que trasciende cualquier tipo de resultado deportivo. Por eso mismo el final fue un homenaje, entre nostalgias y aplausos. para ellos que se metieron en el túnel con la cabeza en alto. Muchas gracias jugadores, muchas gracias toda la vida.

Acerca de Marcelo Patroncini 18766 Articles
Nació en agosto de 1982. Leonino y soñador. Desde chico jugaba a ser periodista con la máquina de escribir que había en su casa. Amante del fútbol, la gastronomía y los viajes. En 2005 fundó Vermouth Deportivo junto a Fran Alí.
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1 comentario en LA QUE DEJÓ LA VIDA POR LOS COLORES, GRACIAS POR ESTA COPA LIBERTADORES

  1. Que capacidad para hacer un poema de un comentario de un partido de fútbol. Felicitaciones una vez más.

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