Colón de Santa Fe perdió la ida de los octavos de final ante Junior en Barranquilla pero sólo fue el mal menor. El Rojiblanco sacó la mínima diferencia que no deja de ser escasa para viajar al estadio Brigadier Estanislao López la semana que viene. En un partido de pocas luces, ambos llegaron pocas veces a los arcos aunque el local aprovechó una pelota parada para el único tanto en los pies de Jarlan Barrera.
Lo mejor del primer tiempo ocurrió en los minutos iniciales. El Sabalero contó con una gran situación (la más clara de todo el encuentro) con el protagonismo de Nicolás Leguizamón que dominó, quedó de frente al arquero Diego Viera y remató desviado. El dueño de casa reaccionó y respondió en la siguiente con un tiro en el palo de Sebastián Hernández. Todo lo que vino después fueron roces, desinteligencias y pelotas divididas que volvieron al duelo en una partida de ajedrez en la que ninguno quería tomar demasiados riesgos.
El complemento se dio de la misma forma. Ninguno se animaba hasta la aparición de un córner y una jugada fortuita que le quedó a Jarlan Barrera que desacomodó a Leonardo Burián y mandó la bola a la red. El 1 a 0 sacó al Sabalero de una siesta futbolística y lo obligó a adelantarse en el campo aunque sólo lastimó una vez con un cabezazo de Matías Fritzler tapado por Viera en dos tiempos. Nada más ni nada menos. Los equipos fallaron en la creación pero también lo hizo el árbitro en una jugada en la que debió expulsar a Rafael Pérez por un claro pisotón sobre Alan Ruiz.
¿Pudo ser mejor? Sí, quizás un empate o una victoria. ¿Pudo ser peor? Tal vez. Pero la distancia entre Junior y Colón de un solo gol a favor de los colombianos deja la puerta abierta de cara a la vuelta en Santa Fe. El «Negro» sufrió el mal menor que puede transformarse en una alegría si hace los deberes en su casa.