Fue un equipazo de arco a arco. La vuelta olímpica de su eterno rival el año anterior obligó al Rojo a salir campeón para que Avellaneda no siga teñida de blanco y celeste. Así, bajo el mando de Américo Rubén Gallego, los vestidos de colorado hicieron «Tolo» bien para quedarse con el Apertura 2002.
Independiente veía con el rabillo de un ojo la tabla de los promedios pero, por el movimiento que tuvo aquél mercado de pases, posaba toda su mirada en pelear arriba. De hecho tuvo un arranque más que prometedor derrotando a Lanús por 2 a 0, y en la cuarta fecha, vapuleó a Racing en condición de visitante y con un inolvidable 4 a 1.
Leonardo Díaz al arco, una férrea línea de fondo con pilares inamovibles como Juan José Serrizuela y Gabriel Milito. La proyección de Federico Domínguez y Raúl Damiani así como también el gran trabajo de Hernán Franco. El mediocampo de aquél plantel era un deleite para propios y extraños. Para la contención estaban el «Cholito», Pablo Guiñazú, y también Diego Castagno Suárez. Con un volumen más ofensivo aparecían Lucas Pusineri, Federico Insúa y el «Rolfi» Montenegro» que compartía el ataque con el goleador de dicho certamen, Andrés Silvera. No obstante, también venían pidiendo pista el «Toti», Leonel Ríos, y Juan Eluchans así como también se colgó la única medalla de Primera División el eterno «Gomito», Christian Gómez.
El camino hacia la gloria se forjó con creces entre la fecha 7 y 8 cuando los de Gallego metieron trece goles en 180 minutos. Un inolvidable 7 a 1 ante Colón y luego un 6 a 2 contra Chacarita le dieron el combustible necesario para no tener piedad con el resto a pesar que en la novena jornada River le quitó el invicto.
Boca le pisó los talones hasta el final y el desenlace fue épico. En la anteúltima fecha, en la Doble Visera, se vieron las caras en lo que fue una «final anticipada». Si empataban quedaban igualados pero si uno de los dos ganaba estaba a un cotejo de dar la vuelta olímpica. Pusineri esa tarde no perdonó y Avellaneda se pintó de Rojo.
Finalmente en el Bajo Flores, Independiente derrotó a San Lorenzo y salió campeón del torneo local del fútbol argentino con un equipo tan enorme como inolvidable que, por su volumen de juego y la diferencia de gol lograda, mereció quedarse con el logro varias fechas antes aunque en esas épocas el poderío del Xeneize no le daba respiro a ninguno de los rivales.