El Pincharrata de receso y en aislamiento social. Sin embargo, el calendario entregó un motivo para celebrar. El 20 de marzo de 1990, hace exactamente tres décadas, cuando Argentina se alistaba para disputar el Mundial de Italia, nacía justamente en La Plata, Faustino Marcos Alberto Rojo.
Debutó en 2008 defendiendo la camiseta del club de sus amores. El zaguero que estrechó un lazo eterno con Estudiantes de La Plata fue ganando en confianza rápidamente para que los principales clubes del país y del mundo comenzaran a fijarse en los servicios del defensor.
Con 20 años fue convocado a entrenar con la Selección Argentina y recién en 2011 debutó como titular en la Copa América que Uruguay terminó conquistando frente a Paraguay en el estadio de River. Ese año, su futuro estaba lejos de La Plata. La transacción jugosa lo depositó en el Spartak de Moscú donde no tuvo mucho ruedo para luego recalar en el Sporting de Lisboa.
Su carrera en ascenso le valió que que uno de los gigantes europeos lo quisiera en su plantel. Así, el pibe que soñaba fuerte en La Plata, estampó la rúbrica con el Manchester United. En Inglaterra tuvo un comienzo magistral y eso le valió continuar en consideración de los entrenadores de la Albiceleste donde fue subcampeón del mundo en Brasil 2014, subcampeón de América en Chile 2015 y Estados Unidos 2016. Pero sin dudas, su vigencia lo llevó a convertir uno de los goles más gritados en Rusia 2018 para meterse en octavos de final donde, finalmente el equipo de Jorge Sampaoli iba a quedar eliminado ante Francia.
Cuando Estudiantes de La Plata volvió a su verdadera casa en 1 y 57, el presidente de la institución, Juan Sebastián Verón, rompió el chanchito. Así abrochó el arribo de Javier Mascherano. Y también logró que volviese el defensor surgido de la cantera, el hijo pródigo, uno de los últimos que sacó el León. Hoy, Marcos Rojo, festeja sus 30 años estando en su hogar y no precisamente por el aislamiento obligatorio ordenado por el Gobierno.