La Albiceleste tenía que sacar pecho y no lo hizo. Una vez más mostró apatía frente a un rival matemáticamente inferior y así complicó las chances de clasificar a Rusia 2018. Y si bien es muy probable que el elenco nacional vaya al Mundial, lo cierto es que el seleccionado dejó de enamorar hace rato.
Que Gerardo Martino no era el indicado, que Edgardo Bauza tampoco. Que la AFA estaba desorganizada, que no se tenía que jugar en el interior del país, que ya no se debía salir más del Monumental, que Jorge Sampaoli era el hombre ideal para tomar las riendas. Y en verdad los números que hablan por sí solos dicen que solamente Argentina y Bolivia cambiaron de técnico más de dos veces en este proceso de eliminatorio.
Pasó el «Tata», también el «Patón» y dejaron un sabor agridulce. Eso sí, con el ex hombre de Newell´s, la Albiceleste sin Lionel Messi le ganó a Colombia en Barranquilla y rescató un empate con Brasil. Después de hilvanar cuatro triunfos al hilo, el DT se cansó de las deudas, de las críticas, de los enojos y llegó el ex Rosario Central. Sin gran rumbo pero con pergaminos intersantes a nivel continental, hizo una campaña irregular hasta que se acabó su turno.
Ángel Di María y otro cambio cantado. Nadie acompaña a Messi. Y una vez más el público que acompañó en número pero no en calor. El himno, un papelón semejante al de los 90 minutos de juego, entonado cual cavernícolas por miles de personas que jamás entendieron que no es una canción más sino la que representa al país. El argentino que festejó la derrota de Chile en Bolivia, y el gol de Brasil ante Colombia, relamiéndose que el compromiso ante la Vinotinto era solamente un trámite. Claramente se trataba de un partido para inflar el pecho y demostrar que hay material de sobra como para viajar a Rusia 2018. Era el momento de inflarlo pero no. Al pecho le pasó otra cosa.