Ganar la Copa del Mundo en tres ocasiones era el gran motivo para que la famosa copa Jules Rimet quedarse en las vitrinas de un país para siempre. Justos ganadores en Suecia 1958 y en Chile 1962, la Verdeamerlha se sacó la lotería en México 1970 con una de las selecciones más maravillosas de la historia «Mundial». Aquél Scratch de Mario Zagallo marcó, sin dudas, la vida de los amantes del balompié.
Brasil tenía dos espinas clavadas que pudo quitárselas hace exactamente medio siglo en el estadio Azteca. El perder la final en el Maracaná allá por 1950 frente a Uruguay era una de esas astillas que, al día de hoy, continúan molestando setenta años después. La otra fue la pálida imagen que la Canarinha brindó en Inglaterra 1966 y que le quitó el título a aquél bicampeón reinante.
La historia del Mundial de México fue un éxito para la Verdeamarelha de principio a fin. Arrasó de punta a punta y con sólo nombrar el tren delantero que tenían, el resto del globo terráqueo hoy en día continuaría rindiéndose de rodillas ante semejantes nombres: Gérson, Jairzinho, Rivellino, Tostao y… Pelé. Ni hablar de aquellos que, por edad, no llegaron como Vavá o Garrincha. ¡Mamita querida!
El show carioca en tierras aztecas empezó un 3 de junio de 1970 con un indiscutible 4 a 1 sobre Checoslovaquia producto un doblete de Jairzinho, un grito de Pelé y otro de Rivelino. Cuatro días después venció por 1 a 0 a quien defendía la corona, Inglaterra. Y cerró la fase de grupos con un 3 a 2 ante Rumania donde «O Rei» gritó por duplicado.
Como aún eran Mundiales de 16 participantes, Brasil y otros siete países saltaron a cuartos de final. Su llave no parecía tan complicada pero, del otro lado, venían Alemania e Italia (que en semifinales disputaron ´el partido del siglo´), el propio Inglaterra, y los anfitriones que soñaban con llegar bien lejos.
En la ronda de ocho, el equipo de Zagallo despachó a Perú por 4 a 2 con una fascinante actuación de Tostao. En semifinales, la Canarinha tuvo una revancha saborsísima con Uruguay que buscaba arruinarle otra vez la fiesta. En el estadio Jalisco de Guadalajara, Luis Alberto Cubilla le tiró caramelos a La Celeste marcando el 1 a 0. Sin embargo, en la complementaria, la máquina carioca aplastó a los charrúa para ganarle finalmente 3 a 1.
La final se jugó un 21 de junio de 1970, hace exactamente medio siglo. Quien ganase esa contienda se quedaba definitvamente con el trofeo Jules Rimet. De un lado estaba Italia, ganadora en 1934 y 1938. Del otro lado, una de las selecciones más maravillosas que pisó el césped de una cancha de fútbol. Brasil borró del mapa a la Azzurra con un 4 a 1 indiscutible. Pasaron 50 años de aquél título mundial. Lo que jamás se olvidará era cómo jugaban y lo bien que le hicieron al deporte más maravilloso de todos.