La Academia tenía el partido controlado en el José Fierro pero se dejó estar y terminó pagando demasiado caro el desorden en todas sus líneas. El Decano le empató sobre el final y, en la última jugada de la noche, contó con una oportunidad inmejorable para vencer a los de Avellaneda. Sin embargo fue Leandro Díaz quien se deglutió un gol prácticamente hecho para que finalmente los de Ricardo Zielinski y los de Eduardo Coudet arranquen la temporada 2018/19 de la Superliga con un atrapante 2 a 2.
Tanto Atlético Tucumán como Racing le bajaban el telón a la fecha inicial del campeonato. La participación de ambos en Copa Libertadores durante la semana pasada le permitieron un guiño en la agenda para llegar un poco más descansados a este cotejo en el que los entrenadores pusieron toda la carne al asador con el fin de empezar con el pie derecho en el torneo local.
Mereció mejor suerte la visita pero tuvo su premio, de todos modos, para irse en ventaja por 2 a 0 al descanso. Cuando el marcador estaba cerrado, los postes de Cristian Lucchetti salvaron dos veces en una misma acción al dueño de casa. Así los del «Chacho» controlaban todo, con un buen trabajo en el mediocampo, y un planteo por demás interesante.
A los 27 minutos del primer tiempo Racing abrió la cuenta. Una exquisita definición de Lisandro López, con un chanfle por demás hermoso, significó el 1 a 0 para los de Buenos Aires. El otro festejo no tardó en llegar. Iban 36 cuando Augusto Solari elaboró una finta en el área grande y descargó para la entrada solitaria de Gustavo Bou que volvió a inflar las redes vistiendo la casaca del conjunto blanquiceleste. Atlético Tucumán estaba golpeado, en el piso, pero aún con vida. Y por eso mismo, el cuarto de hora del entretiempo, le sirvió de sobremanera para recuperarse física y mentalmente.
El «Ruso» Zielinski metió cambios, trabajó en el equipo, comprendió que no estaba nada perdido pero debía golpear rápido. La visita seguía teniendo la pelota pero no liquidaba la historia y las dudas aparecieron cuando a los 22 de la complementaria descontó Guillermo Acosta con un disparo que descolocó a Gabriel Arias. A partir del 2 a 1, el partido se desarmó por completo.
Sin medio, con pelotazos profundos en ambos costados, Racing podía aniquilar a su oponente y Atlético Tucumán contaba con todas las herramientas para empatarlo. Para los nuetrales, ese cuarto de hora final fue un show digno de observar con un vaso de whisky en una mano y un habano en la otra. Fútbol pasional, de potrero. Era a todo o nada y el premio se lo llevó el dueño de casa.
Coudet apostó a un cambio defensivo y no tuvo oportunidad de reagruparse. David Barbona, a los 42 minutos, sacó un violento zapatazo que se escondió en el fondo del arco y bien pegado al poste izquierdo de Arias. La desazón de la Academia casi termina en una noche completamente para el olvido pero fue Díaz quien, en una oportunidad inmejorable, de frente al arco y con el guardameta vencido, la mandó por arriba del travesaño en la última jugada del partido. El Decano pasó del festejo por la parda a quedarse con un sabor agridulce sabiendo que, en esa pelota, tenía el triunfo épico y heróico de la primera fecha.
Atlético Tucumán se despertó a tiempo y estiró su buen momento. Ese que lo llevó a ganar en el partido de ida por los octavos de final de la Copa Libertadores frente a Nacional de Medellín. El mismo que lo asentó, hace un par de años, como un rival duro de enfrentar. Racing pudo haberlo ganado cómodamente pero no lo hizo. Empató 2 a 2 y se entraba la de Díaz, se le venía la noche.