En plena dictadura cívico-militar dentro de la República Argentina, la Albiceleste de César Luis Menotti viajó a Europa para pasear su título de campeón del mundo. El trofeo levantado un año atrás en cancha de River Plate le sirvió para enfrentarse nuevamente con su rival de aquélla épica final: La Naranja Mecánica. Sin embargo, en Suiza, y bajo el marco del 75 aniversario de la FIFA, el empate sin goles con un triunfo para los sudamericanos por la vía de los penales pasó a segundo plano en los libros de historia futbolísticos.
El Golpe Militar ya llevaba tres años pero había noticias que solamente llegaban a cuentagotas al país. La ausencia de un crack como Johan Cruyff al Mundial de 1978 pudo ser un alerta para una sociedad adormecida frente a las atrocidades cometidas por las fuerzas que controlaban diariamente al Estado. Y en Berna, los exiliados, intentaron transmitírselo a todos sus compatriotas que esa tardenoche verían el partido por TV.
Más allá del encuentro entre Argentina y Holanda que acabó 0 a 0 en los 90 minutos y que tuvo entre los 22 titulares a un tal Diego Armando Maradona, la falta de libertad expresión sumó un triste nuevo capítulo en la transmisión de ese entonces. En las tribunas del estadio Wankdorf, los hinchas del equipo de Menotti mostraron dos banderas, hechas con pancartas, en clara alusión a lo que realmente estaban sufriendo miles de personas.
Cuando la Albiceleste atacaba hacia la cabecera donde estaba su público en el primer tiempo, la televisión internacional mostraba que en las gradas aparecía un trapo con la leyenda «Videla Asesino». Sin embargo, la repetición de imágenes a través de la pantalla local no sólo llegaba algo distorsionada sino también con un graph que tapaba el claro mensaje de la hinchada.
Así, reiteradas veces, el canal promocionaba que esa misma noche pasarían un especial de Les Luthiers u otras propagandas pero nada que ensuciase la ya enchastrada realidad que atravesaba el país. En la complementaria, la pancarta fue otra. Y cuando era La Naranja Mecánica quien se arrimaba a la retaguardia de Ubaldo Matildo Fillol, la bandería decía «Los Militares son Miseria y Represión».
Más tarde que temprano, los argentinos comprendieron que detrás de ese graph televisivo se ocultaba una realidad. El fútbol otra vez servía para alertar al mundo y suplicar por la paz. Y a pesar que los medios oficialistas buscaron silenciar a la gente, ya nadie recuerda ese 0 a 0 del conjunto de Menotti que finalmente se impuso por penales. Hoy todos hablan y nadie se censura a 40 años de otro papelón histórico en las páginas mediáticas de la República Argentina.