Fue un peliculón, de esos que todo el mundo termina llorando. Lo cierto es que el 1 a 0 que la Albiceleste le propinó a la Verdeamarelha por octavos de final de Italia 90 dejó un mar de lágrimas cariocas en Turín mientras que los dirigidos por Carlos Bilardo no paraban de festejar ese triunfo de novela.
Ya en los avances pudo vislumbrarse lo que realmente ocurrió. Cuando arrancaba el Superclásico de Sudamérica en Italia 90 fue Argentina quien abría la cuenta desde temprano. Un hermoso pase de Diego Maradona a Claudio Paul Caniggia dejó al jovencito de Henderson cara a cara con Taffarel. El ex River definió con clase y Brasil perdía, desde el arranque 1 a 0. Sin embargo, todo quedó invalidado porque Joel Quiniou anuló la conquista por una inexistente posición adelantada.
La trama de esta película que fue récord de taquilla pasó de la comedia al drama en una ráfaga de minutos. Los de Bilardo perdieron por completo el orden, no encontraban dónde estaba la caprichosa, y de eso se aprovechó una Canarinha que contó con serias ocasiones para romper con el cero en casa de la Juventus.
Dunga estrelló un cabezazo en el paloz derecho de Sergio Javier Goycochea y, antes de irse al descanso, Careca estuvo a milímetros de interceptar un peligroso pase al arquero de Ricardo Giusti. El manojo de nervios de Argentina podía compensarse apenas con un testazo de Oscar Ruggeri que se fue pidiendo permiso bien pegado al parante zurdo del arco de Brasil.
Los muchachos de Sebastiao Lazaroni salieron a la complementaria con el mismo ímpetu del capítulo inicial. Asumieron el protagonismo y sabían que enfrente estaba el último campeón mundial algo vapuleado por la falta de resultados. Los cariocas contaron con una situación inmejorable y dos veces el vértice salvó a los de Bilardo en la misma jugada. Un centro de Branco, que calculó mal Goycochea, dio en el palo. La acción continuó y fue un bombazo de 25 metros que sacó Alemao el que hizo temblar, nuevamente, el poste izquierdo del «Vasco»
Con el reloj jugándole en contra a la desesperación de Brasil, fue Argentina quien logró equilibrar la balanza. Jorge Burruchaga probó de media distancia y obligó al arquero rival a revolcarse para evitar que la redonda se filtre contra la base de su palo derecho. En el área contraria, Müller estuvo cerca de inflar las redes con un cabezazo que se fue desviado. El 0 a 0 parecía llevar semejante clásico al alargue hasta que, la imagen del principio, volvió a repetirse.
Iban 35 minutos de la segunda mitad cuando Maradona frotó la lámpara con un tobillo que estaba a punto de explotar. Recibió la pelota en su propio campo, la pisó, la acomodó, cruzó el círculo central, se llevó la marca y en el momento exacto descargó para Caniggia que ya no tenía quien lo moleste. El «Pájaro» quedó mano a mano con Taffarel que intentó achicar, se esforzó, gateo, estiró sus músculos como si lo estuviesen masacrando pero no puedo evitar que el rubio delantero le gane el velocidad y en clase para tocar sutilmente hacia el fondo de la cueva.
Al cotejo no le quedó tiempo para mucho más. Una roja directa para Ricardo Gomes que derribó a José Horacio Basualdo cuando se iba solo para anotar el segundo, y una ocasión increíble e inmejorable que dilapidó Müller cuando el reloj estaba por llegar al tiempo cumplido. Se habían acabado los pochoclos y hasta las uñas de los espectadores. La película tenía un final épico.
«El Pájaro canta hasta morir» fue una de las obras maestras de la cinematografía futbolera. Para varias generaciones fue uno de los tantos más gritados después del Maradona a Inglaterra en México 86, o el de Burruchaga a Alemania en la fina de esa Copa del Mundo. Fueron imágenes que se repitieron miles y miles de veces en todas las pantallas del globo terráqueo.
Brasil, cuando se encendiero las luces de la sala en el Delle Alpi, lloró. Tenía equipo para llegar bien lejos, había ganado los tres partidos en la fase inicial, y su rival llegaba con más dudas que certezas a este cruce. Argentina, sin importarle cómo seguiría su historia en Italia 90, se metió en cuartos de final con un 1 a 0 que volcó a toda su gente a festejar por las calles. Pasaron 30 años y Taffarel gateando atrás de Caniggia será una de las imágenes más repetitivas de la historia de todos los Mundiales.
ARGENTINA (1) – Goycoceha; Monzón, Ruggeri, Simón, Basualdo; Olarticoechea, Troglio, Giusti, Burruchaga; Maradona; y Caniggia. DT: Carlos Bilardo.
BRASIL (0) – Taffarel; Jorginho, Ricardo Gomes, Branco, Ricardo Rocha, Mauro Galvao; Alemao, Valdo, Duga; Careca y Müller. DT: Sebastiao Lazaroni.
ESTADIO: Delle Alpi (Turín)
GOLES: 35´ST Caniggia (A)
ÁRBITRO: Joel Quiniou (Francia)