No aprendemos más. Y encima, cuando parecía que el guiño hacia la vuelta de los visitantes era posible tras el éxito del Clásico del Oeste entre Ituzaingó y Deportivo Merlo en el Carlos Alberto Sacaan, van los inadaptados «hinchas» de All Boys a arruinar una fiesta futbolística que tiene a la derrota como una de sus posibilidades. Pero no lo entienden.
No hay excusas. Las imágenes de la barbarie entre los encapuchados (y otros, no tanto) y la policía recorrieron el país y el mundo en plena época de la cumbre del G20 y desnudan -una vez más- las carencias y debilidades que tenemos como sociedad. Que analicen las caras de los agresores, el listado de dirigentes de Atlanta y los involucrados en este gran lío pero el papelón ya lo hicieron. No hay análisis válido ante el escándalo ocurrido en Floresta. Igualmente, nada cambiará. Todo seguirá igual porque no hay consecuencias para los infractores y los que siempre pagan son los clubes.
Y lo peor que cinco días antes, la seguridad resistió el regreso de los visitantes a la cancha del Verde del Oeste de la Provincia de Buenos Aires. Casi 3000 hinchas de Ituzaingó y 1000 de Deportivo Merlo. Salvo alguna decisión equivocada en el operativo para trasladar a los fanáticos del Charro y la granada encontrada en la popular visitante (que no es poca cosa), el resto salió bien. Se gritaron, se burlaron y todo fue en paz. Como debería ser. Ese es el famoso folcklore del que nos sentimos orgullosos. Ese espectáculo que sorprende más a los extraños que a los propios.
Con visitantes no ocurre nada. Con la presencia -solo- de locales se arma una batalla campal. No hay esperanzas de que esto cambie y estas experiencias lamentables -como la de All Boys vs Atlanta- eliminan todas las buenas acciones para la vuelta de los visitantes en nuestro fútbol. ¿Puede cambiar? Creemos que no. ¿Existe una solución? Sí pero no estamos preparados para ejecutarla. En 120 horas, el Fútbol Argentino tuvo una de cal y una de arena. Una buena (Ituzaingó vs Deportivo Merlo) y una mala (Albos vs Bohemios). Así no hay fe que valga.