La realidad socioeconómica de Sudamérica pudo reflejarse en varios partidos de la Copa América. Tal vez los altos precios de las entradas y las largas distancias entre las sedes ahuyentaron a los espectadores. Pero más allá de eso, el cruce entre dos países más pobres de la región, tuvo un marco realmente escuálido para el enorme Estadio Mineirao.
Es cierto que la Verde, una de las peores de la historia, tenía todos los boletos como para tropezar ante la Vino Tinto que posiblemente pueda tener una afluencia mayor ahora que será parte de las instancias decisivas en Brasil 2019.
No obstante, sacando el encuentro ante Brasil, la convocatoria de Venezuela tampoco fue buena en el debut del certamen. El empate sin goles ante Perú del fin de semana anterior solamente arrojó un total de poco más de 11 mil espectadores para el cotejo disputado en la casa del Gremio de Porto Alegre. Poquito por donde se lo mire ante estructuras enormes que crecieron aún más por la Copa del Mundo del 2014 que terminó conquistando Alemania en aquella fatídica final ante Argentina en el mítico Maracaná.
No obstante, el encuentro entre Bolivia y Venezuela del sábado 22 de junio fue un cotejo al que asistieron tan sólo 6756 personas. El triunfo del seleccionado de Rafael Dudamel por 3 a 1 frente al combinado del Altiplano depositó a los de la Vino Tinto en semifinales de una Copa América que está bárbara pero que no termina de encender a los hinchas que tienen los bolsillos prendidos fuego.