La guerra en Aleppo, la ciudad más grande de Siria, comenzó el 19 de julio de 2012. Un conflicto interno entre las Fuerzas Armadas de dicho país, apoyadas por Rusia, se enfrentaron con el Ejército Libre y el Frente Islámico que se oponía al gobierno de Bashar al-Ásad. Desde ese entonces allí no sólo reinó la desazón y la desgracia sino que faltó el fútbol que generaba alegría en un pueblo castigado por las armas.
En diciembre de 2016 ambos bandos acordaron el cese del fuego. El saldo que arrojó superó los 10 mil civiles muertos por el conflicto bélico. Seguramente ya nada será igual en uno de los lugares emblemáticos del mundo sirio pero hubo algo que, al menos, durante 90 minutos, les devolvió la sonrisa. El domino pasado, después de cinco años, el clásico de la ciudad volvió a disputarse en Aleppo.
Posiblemente el resultado sea lo de menos. Al-Ittihad recibió a Hurriya y lo derrotó por 2 a 1. Las imágenes del juego realmente han sido estremecedoras. Los organismos de control extremaron las medidas de seguridad e incluso en las tribunas aparecieron mensajes políticos. Sin embargo, lejos de cualquier cuestionamiento, los protagonistas no hicieron declaraciones picantes tras el derby.
No importaba ser del Al Ittihad que festejaba la victoria, ni del Hurriya que se fue cantando del estadio. La gran noticia era que había vuelto el fútbol a Aleppo, una ciudad golpeada por la guerra. Un lugar más donde una pelota unió a la gente que al menos, durante 90 minutos, pudo calmar un poco su reciente y doloroso pasado.