Ni el mejor de los guionistas pudo imaginarse un final de ese estilo. Es cierto que tampoco un libretista hubiese comprendido fácilmente cómo se definía esa temporada 2001/02 del Nacional B. De hecho, hasta un congreso de matemáticos habrá analizado cada detalle sin entender demasiado cómo era el tema de los ascensos y los descensos. Lo cierto es que en la tarde del 20 de abril de 2002, Platense y Racing de Córdoba empataron y perdieron la categoría cuando, si uno de los dos ganaba tenía asegurado como mínimo un premio deportivo magnífico.
Dentro de los grandes mamarrachos organizativos estuvo aquél campeonato de segunda división que empezó con 25 equipos, terminó con 24, y donde, para armar un campeonato mejor a futuro, decidieron limpiar a siete equipos de un plumazo. Tigre, Atlético Tucumán, Independiente Rivadavia de Mendoza, Villa Mitre y Central Córdoba de Rosario empezaron a despedirse antes de tiempo. Sin embargo, en el capítulo final, se sumaron el Calamar y la Academia en una historia desopilante.
Olimpo ascendió el 27 de diciembre de 2001 y estuvo todo el primer semestre de 2002 sin jugar al fútbol. Arrancaba un nuevo milenio en el globo terráqueo pero algunas decisiones parecían teñidas de cierto amateurismo prehistórico. Lo cierto es que a los de Vicente López y a los de Nueva Italia no les había ido bien en el Apertura y debían realizar una gran campaña en la otra parte del certamen para mantener la categoría o aspirar a algo más.
El Aurinegro desapareció de la escena de aquél Nacional B 2001/02 y quedaron 24 participantes a los cuales los dividieron en tres zonas. Eran catorce fechas y el Marrón arrancó con todo. Triunfos ante San Martín en Mendoza, una goleada a Atlético Rafaela, una paliza a Defensa y Justicia, una victoria clave frente a El Porvenir que también se jugaba mucho, e incluso un 4 a 0 en Córdoba ante la Academia sin imaginarse lo que se venía por delante.
La recta final de ese octogonal se puso brava porque fue Racing de Nueva Italia empezó a repuntar con cinco triunfos en seis jornadas que le permitieron llegar con un hilo de vida al encuentro decisivo en Vicente López. La suerte de Platense claramente ya era dispar, el equipo mostraba sus armas pero los resultados volvieron a darle la espalda en algunos cotejos, y ese 20 de abril arribó con un manojo de nervios sabiendo que deberían verse las caras dos equipos que tenían tres opciones posibles: la felicidad del local, la del visitante, o la desazón de ambos.
Por el lado metropolitano, Tigre y Central Córdoba ya estaban descendidos. Por la zona interior Atlético Tucumán e Independiente Rivadavia ya no tenían remedio. Sin embargo restaban definirse tres plazas más para bajar de nivel y toda la atención estaba centrada en el norte del Gran Buenos Aires donde, indefectiblemente, uno de los dos protagonistas se quedaría con las manos vacías. O los dos…
El Ciudad de Vicente López estaba colmado. Fieles de un lado y del otro. El encuentro comenzó con más de media hora de retraso. Ya no importaba que hiciese El Porvenir que también contaba con remotas chances de perder la categoría. Todo debía dirimirse en el recinto de la calle Zufriategui. Y la historia comenzó torcida para el conjunto de Carlos Trullet.
Racing de Córdoba abrió la cuenta a los 23 minutos del primer tiempo cuando José Luis Fernández aprovechó un rebote de Leonardo Aguirre y, contra el primer palo, infló las redes para los conducidos por un viejo conocido como Pedro Marchetta. Platense, abajo en el tanteador, desperdició infinidad de ocasiones para empatar hasta que su premio llegó en el arranque de la complementaria cuando Diego Graieb empujó un centro sin marcas y puso el 1 a 1 que no le servía a ninguno.
El manojo de nervios se trasladó en ambas áreas. Luis Velázquez de cabeza, cargando contra el arquero Gustavo Caminos, puso el 2 a 1 para el Calamar que no sólo empezaba al salvarse del descenso sino que estaba a menos de un cuarto de hora de clasificar al Reducido para volver a Primera División. Pero, Rafael Furchi, rápidamente sancionó un penal para la visita que el «Hacha», Carlos Bértola, cambió por gol para estampar el 2 a 2 definitivo.
Racing de Córdoba, en los instantes finales, desperdició al menos tres chances concretas para doblegar a su rival y quedarse en el Nacional B pero claramente no pudo triunfar y debió marcharse al Federal A. Platense, que nunca había bajado a la tercera categoría del fútbol argentino, sabía que ganando podia volver a Primera. Empató, y quedó para la historia ese encuentro que hoy exactamente cumple 18 años y que ningún guionista de cine hubiese podido redactar de mejor manera en una película de suspenso, drama y terror como la que se vivió aquella tarde de otoño en Vicente López.