MARADONA: LA CREACIÓN CONTRA LOS CREADORES

El 22 de junio de 1986 Diego Armando Maradona se hizo eterno durante los cuartos de final de la Copa Mundial de México. El Pibe de Oro consumó una amalgama social, política, cultural, deportiva y artística gracias a la simple complejidad de convertir dos goles en poco más de cuatro minutos.

Hace 35 años Dieguito convertía La Mano de Dios y el Gol del Siglo contra Inglaterra, clasificando a la Argentina a semifinales de la Copa del Mundo que terminaría ganando y regalando un instante marcado a fuego en la memoria emotiva del Pueblo Argentino.

Malvinas era un recuerdo fresco, vivo, y desde el más profundo respeto es siempre necesario aclarar que no hay forma de comparar el dolor de una guerra gestada bajo esas también dolorosas circunstancias con la más básica frivolidad de un campeonato de fútbol organizado por la FIFA.

Pero con ese mismo respeto también es importante analizar, recordar, que aquel frívolo partido de fútbol significó una pizca de revancha para miles, millones, contemporáneos. De la más noble revancha, de esa que comienza a gestarse en las entrañas del pueblo, en el suelo de cada rincón de Argentina, en suelo de una barriada tan carenciada como, por ejemplo, Villa Fiorito.

En lo deportivo, cultural y artístico, la actuación de Diego fue la Creación contra los Creadores. Lo más sucio y lo más puro de ese deporte que llegó desde aquella tierra a esta tierra, y que desde este lado del mundo tomó impulso a fuerza de grandes campeones uruguayos, brasileños y argentinos.

En la previa al partido, un grupo de legisladores presentaban en el Congreso un (fallido) proyecto de ley para bordar las Islas Malvinas en la camiseta de la Selección, otros pedían no presentarse ante las circunstancias. Maradona declaró esa semana: “Nosotros vamos a jugar un partido de fútbol y trataremos de ganarlo, como siempre”

“El gol fue con la mano de Dios”, respondió el mismo Diego en declaraciones pospartido. Consumada la derrota inglesa, el diario británico “The Sun” publicó en su portada: “Los sudamericanos nos sacaron del Mundial en revancha a la paliza que recibieron hace cuatro años en la Guerra de Malvinas”.

El Gol del Siglo fue elegido en 2002 como la conquista más grande en toda la historia de los Mundiales, en la votación, organizada por FIFA, participaron más de 350 mil personas de 150 países.

Maradona recorrió 52 metros en 10.6 segundos, tardó 8 entre que recibió la pelota en campo propio y pisó por primera vez el área rival. Eludió a cinco ingleses, incluyendo al arquero.

Diego logró con su actuación un quiebre deportivo y emocional tan fuerte que hoy, a 35 años de distancia, la posterior obtención de la Copa Mundial 1986 parece ubicarse por debajo de la gesta ante Inglaterra. Hablamos de un Campeonato Mundial, que además fue el último logrado por Argentina.

En tiempos donde el fútbol pretende explicarse desde pases completos y duelos aéreos ganados, los goles del Pelusa contra Inglaterra son bastiones de resistencia. De fuego sagrado, alimentado por amor a la pelota y la todavía movilizante idea que hasta lo imposible es posible.

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El fútbol a sol y sombra. Nostálgico de los grandísimos artistas que brillan con el balón. Maradoniano. Corriendo siempre detrás de la pelota.