Por: Ignacio Miranda | @nachomiranda14
Oakland, California. Un niño picando el balón. En su mente es Stephen Curry. Hace un crossover, se deshace de su marca y anota el triple yéndose al otro costado antes de que se produzca el suave ruido del “chas”. A 10 minutos está el Oracle Arena, y aquel joven está decidido a llegar a como dé lugar.
Su nombre es Juan Ronel Toscano Anderson y vino al mundo para ser jugador de básquet de la NBA, y de Golden State Warriors. Como si fuera un cuento, el norteamericano con ascendencia mexicana y boricua recorrió múltiples rincones del mundo para cumplir su sueño y nunca se rindió, a pesar de que a veces todo parecía una utopía.
Su mamá nació en México y su papá en Puerto Rico. En su familia no existía el básquet y el fútbol dominaba el ambiente. No fue hasta que Juan cumplió nueve años que decidió divertirse con la naranja. Ese tiempo de ocio, luego, se convirtió en devoción y dedicación, y a los 15 decidió que sería un jugador profesional.
El primer paso fue la NCAA y logró una beca para jugar en la prestigiosa Marquette University. Allí se mantuvo cuatro temporadas desde 2011 hasta 2015, formándose en un colegio que supo foguear a talentos de la calidad de Dwyane Wade, Jae Crowder y Jimmy Butler, entre otros.
Obviamente, sus buenas prestaciones llamaron la atención de México, y en especial la de Sergio Valdeolmillos, quien era el seleccionador del equipo nacional de básquet. Toscano no dudó y, cuando fue invitado para disputar el Preolímpico 2015, dio el sí de inmediato. A partir de eso, el futuro fue otro.
Se fue a Soles de Mexicali para tener su primera experiencia como jugador profesional, y con el equipo llegó hasta la final de la LNBP, donde los suyos cayeron frente a Pioneros. Luego, en la 2016/17 decidió irse al Fuerza Regia y en esa temporada explotó, coronándose campeón del torneo.
Se mantuvo una campaña más en México y después llegó Argentina. Fichó con Obras para disputar lo que restaba de la Liga Nacional, en donde no pudo demostrar todo su potencial, disputando apenas 11 partidos en los que promedió 5,4 puntos y 2;4 rebotes.
Las pruebas con San Francisco Warriors comenzaron a llegar y el escolta decidió tomar el reto. La apuesta tuvo éxito y, apenas 15 minutos antes de que empiece el Media Day, las autoridades del equipo le avisaron que había quedado en el plantel definitivo. Por supuesto que lo suyo recién empezaba, y en su primera temporada en la G-League promedió 7,0 puntos, 6,8 rebotes y 2,1 asistencias que demostraron que podía hacer un poco de todo.
Con mucha confianza, Toscano intentó probar suerte en el próximo escalón, que era Golden State. Desafortunadamente, Juan no pudo quedar en el equipo y regresó a la G-League, respondiendo al problema con mejores rendimientos, cerrando la temporada con 12,5 puntos y 9,2 rebotes.
Poco a poco, el hijo de padres latinos fue haciendo ruido en Oakland y finalmente, el 7 de febrero de este año, Golden State anunció que lo contrató por el resto de la temporada, permitiéndole a Juan cumplir el sueño que había buscado desde que a los 15 decidió ser jugador profesional.
Y, como toda historia de superación, detrás se esconde una enseñanza, que reza que jamás hay que darse por vencido, aún cuando todo parezca perdido. Nada es imposible. Absolutamente nada.