Era un sábado al mediodía y todo el mundo se aprestaba a mirar por televisión, excepto los afortunados que estaban en Boston, un clásico de dos potentes selecciones. Por los cuartos de final de la Copa del Mundo de Estados Unidos 1994, aquél 9 de julio, la Azzurra venció por 2 a 1 a La Furia con un final que quedó para la historia: el increíble codazo de Tassotti a Luis Enrique.
El Foxboro Stadium reunía a quien finalmente llegaría a la final contra un oponente que mereció algo más de suerte pero terminó volviendo a sus tierras antes de tiempo. Italia le ganó a España en una contienda inolvidable con más de 53 mil espectadores sedientos de un lugar en semis donde deberían medirse ante la durísima Bulgaria o el último campeón, Alemania.
De un lado el equipo de Arrigo Sacchi, del otro el combinado de Javier Clemente. En un equipo los consagrados como Paolo Maldini y Franco Baresi, en el contrario aparecían apellidos que descollaron más adelante como un joven Pep Guardiola, o el mismísimo Luis Enrique Martínez García.
Justamente el «Lucho» fue protagonista de una de las historias más recordadas de los Mundiales hace exactamente 25 años. Italia empataba en uno con España. Para los «tanos» había anotado Dino Baggio mientras que el empate transitorio lo conseguía José Luis Caminero en el primer cuarto de hora de la complementaria.
Los penales parecían relamerse en Boston con un final apretadísimo. En segundo turno esperaba un partidazo por delante: Brasil y Holanda en el Cotton Bowl de Dallas. Sin embargo, a los 43 del segundo tiempo, Roberto Baggio en una corrida formidable aventajó a la Azzurra y fue La Furia quien salió furiosa a buscar la parda que estire la definición de los cuartos de final.
Se jugaba el tercer minuto de adicionado, era una de las últimas acciones del juego, y Andonio Goikoetxea desbordó por el flanco derecho mandando un centro al corazón del área. Tal vez era el último intento del elenco de Clemente para seguir con vida en el Mundial. Sin embargo la pelota cruzó todo el área y el peligro se evaporó con un factor que terminó siendo clave: el árbitro Sandor Puhl, de Hungría, se había comido un penal más grande que los Estados Unidos de Norteamérica.
Luis Enrique picaba a buscar el esférico por el segundo palo pero jamás llegó. El codo de Mauro Tassotti frenó la carrera de quien por entonces jugaba en el Real Madrid y ni siquiera sabía que por delante lo esperaba un romance con el Barcelona. Cerca del nocaut, el atacante se levantó rápidamente, le enseñó su naríz ensangrentada al colegiado pero lejos estuvo el juez de sancionar la pena máxima.
Entraron los médicos, la camiseta blanca de la firma Adidas con vivos amarillos y rojos tenía más destellos colorados. La Azzurra se salvaba de manera inexplicable de tirar por la borda ese gol agónico que lo ponía en semifinales. La Furia estaba enfurecida. Con las pelotas que no entraron, con el sueño que se terminaba, con la injusticia de una acción antideportiva.
Puhl marcó el final en Boston. Italia había vencido a España por 2 a 1 y sabía que cuatro días más tarde debía jugar en Nueva York para ver si clasificaba a la final del mundo. La historia habló de un triunfo sobre Bulgaria y una derrota ante Brasil en el partido decisivo que dejó con un subcampeonato a los de Sacchi. Pero también dejó en el recuerdo un codazo de Tassotti a Luis Enrique privó a sus rivales de un penal, de una expulsión, de una chance de ser ellos quienes hubiesen podido llegar más lejos en Estados Unidos 1994.