En nuestro país, es difícil destacarse en deportes que no son los elegidos por los argentinos. El vóley no ocupaba un lugar importante hasta que una selección de jugadores lograra un título. En ese momento, al obtener uno, podían empezar a ser reconocidos y destacados por las personas. Y eso lo consiguieron los muchachos de los años 80 cuando se destacaron en su participación en los Juegos Olímpicos de 1984, obteniendo el sexto lugar, y cuatro años más tarde colgándose la medalla de bronce en Seúl.
Hugo Conte formó parte de esta Selección. Fue reconocido como uno de los mejores jugadores de voley argentinos. Twister, como lo apodaron, nació en Buenos Aires en 1963, pero su ciudad de pertenencia es Concordia, por su esposa Sonia con la que está hace muchos años. Ella lo acompañó en toda su carrera deportiva, lo siguió a todos los lugares donde él fue a trabajar, como jugador y tambien como técnico.
Como fruto de su amor, nació Facundo Conte. “El heredero” siguió los pasos de su padre y hoy es jugador de vóley profesional. Ambos iniciaron su carrera como deporistas en GEBA. Hugo jugó durante su adolescencia en este club, desde 1975 hasta 1980, año en el que pasó a ser parte de las filas del Club Italiano. En 1981, pasó a Ferrocarril Oeste hasta emigrar a Francia para mostrar su talento en Cannes. En estos tiempos, su esposa lo acompañó y decidió seguirlo a Europa.
En sus mejores años de carrera, Hugo pasó por equipos destacados en Italia, como por ejemplo el Milan. Aunque su mejor momento en dicho país del viejo continente llegó al haber ganado la Copa Europea con el Parma. Sus sueños se empezaban a cumplir. Los títulos llegaban y reflejaban el esfuerzo de tantos años.
En Italia le otorgaron premios como el mejor jugador de la liga, pero su carrera en Europa no terminó ahí. Luego de retirarse como jugador se dedicó a ser entrenador de una discilplina que lo consideraba como un hijo pródigo. Por esta decisión, y por la admiración que había causado en los clubes europeos donde había jugado, fue convocado para dirigirlos.
Sus últimos años de carrera como jugador fueron en Argentina, en grandes equipos en los que se destacó, volviendo a pasar por Ferro, el club que le dio el lugar en la selección. Logró retirarse en GEBA, su primer amor, esa entidad que lo vió crecer en su adolescencia.
Con sólo 20 años, Hugo fue convocado a ser parte de la Selección Argentina de vóley. Él no dudó un segundo en ser parte de este sueño. En su primer año en la Albiceleste obtuvo un tercer puesto en un campeonato mundial. Y menos imaginaba que lograría una medalla olímpica años más tarde.
Sus épocas de combinado nacional fueron de menor a mayor. Consiguió el quinto lugar en la Copa del Mundo de 1985. Se había logrado formar un grupo de jugadores que aspiraban a conseguir algo más importante, y lo lograron en 1988. Un equipo joven, pero con sueños grandes. Un equipo que buscaba la gloria y que Argentina se destaque en otro deporte, y no solo en el fútbol.
Estos años, le dieron la gloria en su carrera deportiva. Llevaron a que se le otorgue un Premio Konex de Platino en el 2000, y también en 1990 se le otorgó el Premio del mérito deportivo de la Fundación Konex. También fue galardonado con cinco Olimpia como mejor jugador de vóley. Para destacarse del resto, en el 2011 se lo eligió para ingresar en el “Salón de la fama”, logrando ser el único deportista argentino de este deporte en lograr esa distinción. Y así logró el salto más grande hacia la fama.
Muy lindo relato,de Agustina Vigna, sobre la biografía de un jugador argentino tan importante y con tanto talento, que le dió títulos y nos hizo quedar tan bien en el mundo, a nuestro país como es Argentina. Gracias por compartirlo.