Sinónimo de Caballito, de barrio, de club modelo, de varias disciplinas. Producto de una Argentina pujante que, con el desarrollo ferroviario le daba vida también a varias instituciones para que sus empleados tuviesen un buen momento para recrearse. Así, un 28 de julio de de 1904, nacía el querido Verdolaga.
Con una fuerte presencia inglesa en una industria bien británica, 95 empleados del Ferrocarril Oeste firmaron el acta fundacional de la entidad apoyados también por los gerentes de la empresa de aquél entonces comandada por David Simpson. De hecho, algunos meses más tarde, en 1905, construyeron el estadio siendo este recinto el más antiguo del fútbol argentino.
Siempre en las mismas calles, en una zona coquetísima de la Capital Federal y no tan alejado del barrio inglés de Caballito, el Verdolaga empezó a darle a sus socios la posibilidad no sólo de jugar al fútbol sino también de practicar otros deportes. Los primeros pasos estaban dados pero, los más importantes, tardarían en llegar.
Un club con todas las letras, tuvo a Juan Carlos Zabala como uno de sus primeros campeones. El «Ñandú Criollo» ganó la medalla de oro en maratón durante los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1932. No obstante, el brillo máximo, llegaría en la década del setenta cuando se inauguró el gimnasio Héctor Etchart donde el Verdolaga le mostró al mundo lo que era capaz de hacer el disciplinas como el básquet y el vóley en los ochenta.
Un visionario como Santiago Leyden, el trabajo de profesores como León Najnudel, y la llegada de Carlos Timoteo Griguol le dieron a Ferro el esplendor máximo. «Esto es la consecuencia de un plan serio y responsable» afirmaba el DT de fútbol tras obtener el título de Primera División en 1982 y que, luego, repetiría en 1984.
Aparecían grandes figuras tanto en el balompié como en el básquet y el vóley. Pero todas las disciplinas brillaban, la institución crecía en masa societaria, y el estadio era un punto de reunión no sólo para los afiliados sino para los recitales y actos políticos. El Verdolaga estaba en boca de todo el mundo.
Actualmente, la entidad regresó a la elite en la competencia de la pelota anaranjada, sabe medirse en División de Honor en vóley contra los grandes clubes de la Capital Federal, y busca regresar a la elite en el fútbol argentino. Su gente, su barrio, sus colores, su historia, celebran un nuevo aniversario. ¡Felices 116 años, Ferrocarril Oeste!