Dorrego y Cabrera, pleno corazón de Palermo, fue el punto de encuentro donde un grupo de vecinos tomar la decisión de fundar un club donde puedan jugar partidos de fútbol. Lo que hoy podría ser un bar de cervecería artesanal, en ese entonces era un café bien porteño y allí, un 25 de abril de 1948, hace exactamente setenta años, nacía el Club Atlético, Social y Deportivo Fénix.
El nombre, claramente relacionado con el ave, se impuso por mayoría debido a la gran cantidad de veces que los integrantes de la primera comisión directiva quisieron fundar la entidad pero no pudieron hacerlo. Una vez que sus ideales resurgieron de sus cenizas, no había quién pudiese torcer la nómina a una institución que tuvo su origen en Capital Federal pero luego terminó mutando por diversos lugares.
Su predio porteño estuvo ubicado en Conde y Concepción Arenal, en pleno barrio de Colegiales, frente a lo que hoy es la Plaza Mafalda y muy cerca del Mercado de Pulgas. Allí jugaron torneos de AFA hasta que la última dictadura cívico militar le sacó los terrenos con el fin de construir una autopista en ese espacio que jamás llegó a concretarse. Lo cierto es que el recinto de juego jamás volvió a las manos del Cuervo y en la actualidad, de todos modos, hay una cancha de fútbol como si la caprichosa jamás hubiese querido mudarse de esa esquina.
La falta de un lugar fijo lo asentó en Pilar por un buen rato gracias al gerenciamiento, por ese entonces, de César Mansilla. En el Carlos Barraza, el club blanquinegro saboreó las mieles más exquisitas de su vida futbolística. Ascensos a la Primera C y también el último salto a la B Metropolitana donde se mantiene hasta la actualidad borrando así un pasado no tan lejano de desafiliaciones y flojas campañas en la menor de las categorías directamente afiliadas a AFA.
Como su vida misma. Sin casa fija pero con ganas de jugar siempre, así como le pasaba a sus fundadores allá por 1948, Fénix es una realidad que hoy cumple 70 años. Tal vez uno de los tres deseso en este nuevo aniversario sea conseguir nuevamente un lugar fijo para que sus actividades puedan establecerse y desarrollarse sin que nadie más los mueva. El presente invita a soñar. ¡Feliz cumpleaños y a seguir resurgiendo de las cenizas!
