La noche del 27 de agosto de 2013 marcó un antes y un después en Rodney y Magnasco. El «Morumbí» encendía sus luces para medirse contra General Lamadrid en un partido áspero y entretenido de la Primera C. No obstante, el fútbol pasó a un segundo plano cuando Héctor Sanabria se desplomó en el verde césped y fue trasladado de urgencia al sanatorio más cercano.
El «Chino», de 28 años, había empezado a patear una pelota en Atlas. Jugó en Primera División defendiendo los colores de Nueva Chicago y hasta se dio el lujo de medirse ante los grandes como Boca, Racing e Independiente. Sin embargo en 2006 emprendió un viaje por el ascenso.
Una temporada en Flandria, dos en Deportivo Merlo, otra en Fénix, un año en Argentino de Merlo, y luego al fútbol de América Central. Las costas del Mar Caribe lo recibían con los brazos abiertos a este delantero que paseó su fútbol por el Municipal Pérez Zeledón de Costa Rica, y más tarde, por el Deportivo Malacateco de Guatemala.
Esa noche, en Rodney y Magnasco, no había motivos para que sucediera nada malo hasta que él notó que no se sentía bien. Iban 28 minutos del primer tiempo cuando el atacante se desvaneció en el campo de disputa. Hasta los hombres del Carcelero corrieron a socorrerlo. La tensión era enorme y la ambulancia lo trasladó para hacerle los primeros auxilios al sanatorio más cercano.
Hernán Mastrángelo reanudó la actividad pero lo que nadie sabía era que el jugador del Deportivo Laferrere ya había llegado sin vida al centro médico. Cuando los médicos regresaron, ingresaron al campo de juego, conversaron con el referí, y el pleito ante General Lamadrid quedó suspendido. Nadie olvidará la noche del 27 de agosto de 2013, hace exactamente 7 años. Nadie. Hasta siempre, Sanabria. ¡Qué en paz descanses, «Chino»!