Tuvo una infancia para el olvido y así lo confesó ante Gary Neville en una entrevista brindada por YouTube al canal «The Overlap». Fue abusado a los 6 años, a los 7 ya fumaba, y a los 8 vendía droga en la calle. Pensó en largar el fútbol cuando tenía 24 y recién tiene 27 con una larga carrera por delante.
Dele Alli, o mejor dicho, Bamidele Jermaine Alli nació el 11 de abril de 1996 a casi 60 kilómetros de Londres, en Buckinghamshire. Para la época del Mundial 2002, cuando ni siquiera se imaginaba que jugaría para la Selección de Inglaterra, un amigo de su madre abusó de él.
La mamá del ex Tottenham era alcohólica. Los problemas en el hogar lo llevaron a fumar con apenas 7 años y a vender droga en una época donde el resto de los niños juegan con sus amigos a la pelota, con autitos de colección, o mismo a las consolas.
Dele Alli contó que cuando tenía once lo colgaron de un puente y a los doce cambió su vida por completo cuando lo adoptó una gran familia. El propio mediocampista afirmó en declaraciones a Gary Neville: «No podría haber pedido mejores personas para hacer lo que hicieron por mí. Si Dios creó a las personas, fueron ellas».
El fútbol le cambió la vida, en cierta parte. Arrancó jugando en Milton Keynes Dons, luego brilló en Tottenham y finalmente pasó a Everton. Una cesión al fútbol turco lo llevó a replantearse muchas cosas y acudió a terapia para curar las heridas del pasado.
Las estrellas de fútbol, aquellas que saben brillar en Premier League, también son portadoras de historias que merecen ser contadas y que son dignas de superación. Dele Alli, el hombre que se reinventó, que dejó atrás la basura y sueña con ser feliz pateando una pelota en la elite inglesa con el Everton.
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